sábado, 14 de septiembre de 2013

El cazador de tesoros.


!Onamreh ohcum oicerpa et! Ogeuf ut noc amla im ne nacram es 
y selbadivloni nos ím arap sellated sotse.
 @Hijodelaflama óibircse em oicerpa noc euq sartel 
satse ocilbup nóicome y ronoh ohcum noc.



El cazador de tesoros.




Una perla bajo
 el cojín de una jaima,
 como cruje la tapa 
de un vieja caja de música,
ébano y plata.



Un corazón que se 
desangra en rubíes,
con brillos de estrella
fugaz y escarlata.



Guarda en un frasco 
de cristal de murano 
mundos lejanos en 
distintas escalas
mariposas negras con 
calaveras en las alas.


Las balas con que se 
mata a los mitos,
 con punta hueca de fe, 
arrecife de secuoyas, 
claraboyas a retazos de pensamiento.


Las cosas que bullen dentro, 
el cazador de tesoros marca 
abrazos como muescas en el tiempo,
 y los describe.


Recoge gotas de rocío
 en noches de luna llena para 
llenar un aljibe.


Cada amanecer le arranca 
un pedazo al cielo, 
lo disecciona a escalpelo, 
atrapa al vuelo 
rayos de Sol que
 regala a diablos de ojos tristes.


Cuéntame junto a la 
hoguera de los prodigios que viste 
y que yo no veo.

Niño fuego. 
(Saicarg)





viernes, 13 de septiembre de 2013

Frente al espejo.



 Amla asollivaram ut noc ollirb ed otiuqop nu elrad y 
oicapse etse ne sartel sasollivaram sut ritrapmoc rop saicarg lim.
  @Soy_Almaa asomreh al ed dadilibisnes y 
arunret al noc anell es ocrab etse aroha.


Frente al espejo.







Yo, que comí la cáscara
por no merecer la pulpa.
Yo, que le creí a la culpa
y me escondí tras su máscara.

Yo, que me abofeteé y me dije los más obscenos insultos,
condenándome a estar triste.
Yo, que suicidé mi anhelo para lograr ser querida.
Yo, que me enemisté conmigo, truncándome todos mis vuelos.

Yo, que me escupí la cara abusadora de mí misma.
Yo, que complací al cinismo sobornando a quien me amara.

Yo, exigente y despiadada, con nadie como conmigo.
Yo, mi más cruenta enemiga, mi juez y mi sentenciada.

Me levanté esta mañana cansada de no quererme,
de apagarme y oscurecerme (que mi luz no encandilara).

Vi en el espejo mis ojos
 mirándome en mi mirada,
tantas veces empañada
 por mirarme con enojo.

Y me di ternura, y vi en ese rostro cansado,
que me observaba extrañado, lo bello de lo que fui.

Me vi ante los que han sufrido,
amparando el desamparo. 

Me vi austera pero honrada.
Me vi noble, me vi erguida.

Me vi venciendo al abismo,
sin mancha ni cicatriz.
Y quise hacerme feliz,
honrando que soy yo misma.

Que soy franca, solidaria.
Que soy leal y confiable,
y que cuando envainé mi sable,
aposté a lo humanitario.

Sin autocompasión malsana
fui piadosa ante mi pena,
levantando mi condena
como el que amando se ama.

Aprecié que pese a todo,
pese al error y al acierto
siempre elegí estar despierta,
sin sumergirme en el lodo.

Y mirando mi mirada 
me pedí perdón llorando.
Y de mirarme y mirando,
amé a esa a quien miraba.

Vine a ser y yo decido.
Dispongo a abrirme a la vida.
Ya basta de tanta herida,
siendo heridor y herido. 

Por todo lo que viví, a partir 
de este momento
cuento conmigo porque siento,
que puedo confiar en "Mi"

Alma

(Saicarg)











jueves, 12 de septiembre de 2013

La niña de los pinceles.



!Sareiuq euq erpmeis asac ut áres oitis etse¡
Nózaroc narg y dadilaineg ut sonritrapmoc
 rop saicarg, onamreh odireuq. Oicapse etse sartel sus noc raticuser a 
xinéf nu omoc @Hijodelaflama agell, 
écnemoc euq ol otreum rop abad odnauc.

La niña de los pinceles.




La niña de los pinceles dibuja mareas en calma
en la palma de su mano,
epidermis de lino fino que trasluce
lo ajeno del ser humano.

Esqueleto de madera, 
imágenes asomando en la márgenes
del cierre de su maleta,
mientras pasea curiosa por un jardín
y sonríe, plantando flores con pigmentos
que arranca de su paleta.

A veces en un desliz
 se la puede ver feliz,
entre colores
o pintando con grises en cualquier parte el
mal de amores.

Otras llora acuarelas, se
le emborrona el iris y sus segmentos menores,
con tres líneas le da forma a los sabores
y la sed,
capaz de hacer aparecer una ventana
en la pared.

Huida visual de tormentas,
carboncillo en la mejilla 
de paisajes que frecuenta.

Superficie polar que cambia sólo si ella la toca,
frotando con la yema de sus dedos 
sobre su piel,
perfilando el contorno de recuerdos en 
tonos pastel
trazos como abrazos
en papel,
que crujen almas. 

Niño Fuego.

 (Oicapse etse riviver rop saicarg)